El lunes 19
de noviembre se aprobó en la Junta Departamental nuestro proyecto depromociones de auxiliares a JTP con la nómina de los currículum presentados por
los propios docente auxiliares. Luego de meses de dilación, finalmente acompañaron
esta iniciativa todas las representaciones excepto la minoría de profesores, que
como lo había adelantado sólo está
dispuesta a admitir promociones a JTP de docentes con título de doctor. Cabe
aclarar que este desmesurado requisito para un cargo de JTP fue planteado como
excluyente cuando el proyecto surgió de los propios auxiliares, y no cuando
esta minoría presenta sus propios pedidos de reestructuración de cátedra (v.g.
Literatura Española II, Gramática B, entre otras). Así, la
minoría no sólo planteó un criterio sin ofrecer un análisis de la lista presentada
hace meses, sino que en los hechos rechazó los fundamentos del proyecto[1].
Llegar hasta
aquí llevó más de un año de trabajo. Como en otras oportunidades, el
Departamento no se mostró dispuesto a colaborar con un proyecto del claustro de
graduados, dirigido a los docentes auxiliares de la carrera; si la preparación y elevación del segundo llamado a concursos
de auxiliares se demoró inexplicablemente desde 2011 hasta este mes (aquí y aquí), pese a los reiterados pedidos de todos los representantes de la
Junta de los tres claustros, las antigüedades de los docentes de Letras solicitadas
en 2011, fundamentales para analizar y proponer políticas concretas que
jerarquicen nuestra tarea docente y profesional como la presentada, nunca
llegaron. Los retrasos ya estructurales, y la persistencia en la aparición de
tratamientos individuales de pedidos de promociones a JTP, nos llevaron a
presentar en julio de 2012 la
primera versión del proyecto con una nómina inicial. En esa reunión se votó
girar la propuesta para evaluarla y reenviarla vía el Departamento a los
docentes de la carrera. Nada ocurrió. La dirección del Departamento nos comunicó que, por cuestiones de carga de
trabajo, no podía cumplir con ese pedido de la Junta. Tras el receso de
invierno, insistimos en consenso con la minoría de graduados y logramos que el
Departamento girara la convocatoria a todos los docentes. El resultado fue muy
positivo, con más de 40 postulaciones. El tratamiento del proyecto con sus
resultados sufrió varias postergaciones y
poca predisposición para ser evaluado. Hasta el lunes 19, cuando fue aprobado en
una sesión especial destinada exclusivamente a este tema.
Si nos
extendemos en estos detalles y no nos limitamos a comunicar la aprobación, es
para poner de relieve no actitudes personales sino las dificultades estructurales
a la hora de tratar proyectos que emanan de la representación de graduados.
Dificultades que se distinguen en muchos casos de las opiniones personales vertidas
en discusiones en general sobre las precariedades de los docentes auxiliares.
Suponemos que
este tema se tratará en Consejo Directivo en febrero del año que viene, cuando
se discutan las renovaciones y novedades de la planta del Departamento. En esa
ocasión nos haremos presentes en todas las instancias del debate para informar
y ampliar los fundamentos del proyecto y para respaldar la trayectoria
profesional y docente de los compañeros que decidieron postularse. Como en la Junta,
queremos evitar un tratamiento general que eluda los problemas de la planta y el
análisis de los antecedentes en los que se sostienen las postulaciones.
[1]
Como era de preverse en una carrera que desde
1984 y hasta hace pocos años tenía en el grado su campo de acción, transformación
y reconocimientos más fuerte, el crecimiento exponencial de los posgrados y las
becas en los últimos años ha generado toda clase de debates e inquietudes. Con
todo, la cosa parece encaminarse a la reversión de esa prioridad del grado,
tanto en los planes individuales de carrera como en las composiciones de los
equipos. Nos preocupa que esta tendencia se esté dando por inercia, porque la
aceptación de esas grillas de evaluación formulan en los hechos un futuro más
cerrado para la carrera, con menos participación de docentes y estudiantes que
traigan a las clases y los equipos de investigación sus saberes vinculados con
actividades que han sido centrales en Letras, como la edición, la traducción,
la escritura fuera del mundo de los referatos, el desarrollo de publicaciones y
colecciones sin las presiones del puntaje del sistema de ciencia y técnica.
Esas presiones las sufren no sólo quienes tras veinte años de docencia e
investigación encuentran hoy que sin el título de posgrado sus antecedentes se
licúan (incluso para aspirar a un cargo de JTP), sino también los que han
tenido la oportunidad de ingresar al sistema de becas y se enfrentan, para
mantenerse en carrera, con escalas de evaluación malamente “importadas” (vg.
pedido de “patentes” para el rubro transferencia), y con exigencias muy
tabicadas que dejan muy poco lugar a las variaciones en los modelos
investigativos y de docencia. En lo que hace a la Junta, especialmente nos
preocupa que hasta el momento el uso de los antecedentes de posgrado viene
siendo muy discrecional, con unos criterios aplicados a los pedidos puntuales
de profesores y otros a la hora de tratar preocupaciones de docentes
auxiliares.
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