viernes, 30 de noviembre de 2012

Plataforma II. Balance del período 2011-2012



*      El lugar de los “auxiliares” / “graduados” en las políticas de la Facultad y el Departamento

Durante este período que finaliza, nuestra intervención como representantes del claustro de graduados fue muy activa respecto a los proyectos y temas inherentes, sobre todos, a los docentes auxiliares. La sustanciación del primer llamado a concursos, la preparación del segundo y los proyectos que presentamos y sometimos a discusión han ampliado la visibilidad de nuestras condiciones de trabajo y del nivel de formación y experiencia de quienes como trabajadores docentes componemos el claustro de graduados de la carrera. Pero los debates, tratamientos y resoluciones de estos temas  mostraron límites políticos y estructurales respecto a las vías de aprobación y ejecución de esos proyectos. Como informamos periódicamente, la dirección del Departamento resistió cuanto pudo los criterios laborales y académicos orientados al claustro, y no acompañó las decisiones votadas y elevadas al Consejo cuando no estuvieron dentro de sus parámetros.
Si la conducción del Departamento fue hostil a nuestra representación, tanto el funcionamiento de la Junta como los tratamientos de los problemas del claustro de graduados en el Consejo han mostrado en conjunto una mezcla de indiferencia y negación respecto a nuestra condición de docentes, investigadores y trabajadores: dilación de concursos por cuestiones “administrativas”, exigencias absurdas para las promociones (y demoras en sus tratamientos cuando emergen del propio claustro), exclusión de los profesores interinos de los jurados de auxiliares porque no son regulares (¡porque no hay concursos!), indolencia ante los reiterados pedidos de tratamiento de la reestructuración del área de Lingüística (donde muchos compañeros dictan dos o tres materias con un solo nombramiento y dedicación simple), evaluaciones ensañadas de currículum de ayudantes, olvido perenne en cajones de temas y expedientes que nos competen (como llamados a concursos de adjuntos interinos). Más allá de las inserciones políticas y las solidaridades individuales de algunos colegas del claustro de profesores, la grilla de legibilidad general que nos deja nuestro balance es la de la minorización de docentes con años de trabajo frente a curso. Y no estamos hablando acá sólo de los temas clásicos, como los pedidos de rentas a organismos externos a la Facultad para los ad honorem o para poder regularizar los cargos por concurso. No.



*      La conformación de la planta docente, los desajustes en la representación y la correlación de fuerzas


Al terminar este año, sólo 37 docentes integran el claustro de profesores de la carrera en carácter de titulares, asociados y adjuntos regulares, con 4 representantes sobre 10 en la Junta Departamental, entre los cuales se elige un Director. Nuestro relevamiento de planta 2011 mostraba que sobre unos 373 cargos (la cantidad de personas es algo menor, por las asignaciones de funciones en más de una materia), todos los demás integramos el mal llamado “claustro de graduados”: 14 ayudantes de 2°, 187 ayudantes de 1°, 78 jefes de trabajos prácticos, 35 adjuntos interinos y 2 asociados interinos. Este es el “claustro de graduados” de nuestra carrera. Estos son los 316 profesores que dan clases (prácticas y teóricas), investigan en los equipos de cátedra, forman nuevos docentes e investigadores, se capacitan, corrigen parciales, toman finales, planifican, completan cada requerimiento administrativo que pide la Facultad. No somos aprendices ni pasantes, somos el grueso de los docentes (auxiliares y profesores) que se para frente a un curso, en muchos casos con más de veinte años de antigüedad. Somos compañeros interinos de nuestros propios ex estudiantes, ahora interinos y ad honorem.
Llegado este punto, no vamos a seguir esperando que los departamentos, el Consejo Directivo y Decanato organicen sus recursos administrativos, se pongan de acuerdo con Rectorado, consigan el presupuesto “fantasmático” para llamar nuestros concursos, y dispongan la creación del claustro único docente.
Por tercer período consecutivo el profesor Américo Cristófalo se presenta como candidato a Director y es avalado por la lista de profesores que integra. En consonancia con las autoridades de la Facultad y las mayorías del Consejo Directivo, la actual dirección de departamento ha mostrado la constante voluntad de “bajar” al Departamento y a la Junta las decisiones de la mayoría política que gobierna la Facultad, en vez de “subir” y defender los proyectos debatidos y votados por las representaciones de docentes y estudiantes. Porque creemos que es necesario diseñar un modo alternativo de representación, más igualitario y consustanciado con las necesidades y demandas de la gran mayoría de los que integramos la comunidad de Letras, proponemos avanzar hacia el claustro único docente en toda la UBA, para participar del cogobierno en igualdad de condiciones y en función de nuestro peso real en la carrera, la facultad y la universidad. Sin embargo necesitamos ya otra representación y otro tipo de enlace entre la carrera, la Junta y el Consejo Directivo. Con una planta de alrededor de 350 profesores, creemos que el director del departamento de Letras no puede seguir saliendo de entre la treintena de profesores regulares, excluyendo las problemáticas que afectan al otro 90 por ciento de los docentes. Por eso, además de los proyectos que detallamos más abajo, proponemos para la próxima elección de Director/a la anulación de ese criterio restrictivo. Y esto como punto de partida para debatir, con los compañeros y las diferentes agrupaciones de graduados y estudiantes, entre todos, un plan que modifique la reglamentación vigente y minimice las inequidades que actualmente rigen en materia de elecciones y representaciones departamentales.



*      ¿A dónde se supone que “vuelve” Letras?

La lista que por segunda vez se presenta como pata en graduados de la actual gestión (y como representación de esta dirección del Departamento en Junta) nos reprocha la aplicación de “las viejas fórmulas surgidas en respuesta a las políticas neoliberales”, y en consecuencia evalúa errónea nuestra persistencia en la “defensa de los derechos laborales”; desde allí señala además que no consideramos un horizonte más allá del trabajo docente en la carrera.
Recordamos lo evidente: la ley 24.521 de Educación Superior de 1995 sigue vigente; el estatuto de la UBA con su distinción entre “profesores” y “graduados” sigue vigente; las irregularidades salariales, los interinatos y las inadecuaciones renta-cargo aún están aquí, y como docentes e investigadores de la carrera NO TENEMOS REPRESENTACIÓN propia en el cogobierno. Si el “claustro de graduados” se ha convertido en esta y las otras facultades de la UBA en la representación de los trabajadores docentes, es por este desajuste entre nuestra categoría de “auxiliares” y nuestra representación político-institucional en el colectivo de “graduados”. (El último censo publicado de la UBA mostraba en 2004 que 20.828 de sus 28.943 docentes eran “auxiliares”: un 75,6 % de la planta sin representación.) Situación que a su vez limita estructuralmente una verdadera representación de graduados de la carrera con otras inserciones laborales diferentes a la de los docentes auxiliares y profesores interinos. Todos somos docentes, y aunque debemos ajustarnos a un escalafón con diferencias de tareas y obligaciones, exigimos una representación igualitaria y democrática en los diferentes estamentos de decisión y debate de la universidad.
Los reclamos que nos hace la lista explícitamente alineada con la gestión de la Facultad carecen de sustento y resultan también extraños. Por un lado se nos endilga “amiguismo” y desaprensión respecto de la mecánica de regularización por concursos (?). Frente a esta infundada acusación, cabe recordar que quienes integran esta misma lista forma parte de la mayoría de consejeros graduados en el Consejo Directivo, que ha sostenido el statu quo de la minoridad de nuestro claustro, dentro y fuera de la Facultad (las situaciones de los 316 docentes que no son parte del grupo de 37 profesores lo confirman). Integra la misma mayoría que en julio de 2010 y antes de su aplicación avaló la supuesta suspensión (hoy lisa y llana derogación) del artículo del Reglamento de concursos que preveía promociones de auxiliares por evaluación de jurados y comisiones, y que tendía a la carrera docente, disminuyendo lo que ahora llaman “arbitrariedades”. Así, sin debate ni pelea, borraron de un plumazo un mecanismo institucional de evaluación de antecedentes y desarrollo de carrera del actual Reglamento de Ingreso y Permanencia de docentes auxiliares. Estos candidatos con cargos más altos que ahora se presentan para representarnos en Junta, y que nos señalan desapego a los concursos, también integran la comisión de Interpretación y Reglamento que en noviembre pasado nos reprochó duramente que hubiéramos armado un segundo llamado con todos los cargos en condiciones de concursar (en virtud de las rentas genuinas), apelando a la disponibilidad de los “recursos administrativos”, lo cual se traduciría en una postergación de hasta cuatro y seis años para el llamado de esos mismos concursos. También integran la dirección del Departamento que, más preocupado por las acciones culturales, demoró un año en presentar la nómina de cargos concursables, y en un plazo mayor nunca tramitó la información sobre antigüedades de la planta que le solicitamos. En los años en estas instancias de decisión y gestión, nada supimos de los problemas de las incumbencias de títulos fuera de la facultad; nada sobre la necesidad, que ahora mencionan, de revisar las estructuras de cátedra.
Ahora estos candidatos bajan del Consejo a la Junta a marcarnos una dirección: para volver a “la vida pública” (como si la carrera, sus trabajadores y estudiantes fuéramos un planeta de otro sistema solar) nos invitan a dejar de lado nuestras aspiraciones pequeñoburguesas a los concursos de regularización y la carrera docente, a la participación política en condiciones más justas de representación, para pasar a formar parte del centro cultural de los “graduados” en el que se debate el futuro de la cultura, en calidad de especialistas e intelectuales. Se presentan como la pata Letras de un modelo nacional, pero en verdad esperan representar desde graduados en Junta los intereses de una minoría hegemónica sobrerepresentada dentro de la Facultad, cuyos intereses son bien definidos y conocidos, y en nada se parecen a las preocupaciones sociales que enarbolan.



*      La minoría de graduados en el período 2011-2012


Esta es la segunda oportunidad en que la lista Polifonía, integrada por graduados de la ex Génesis y otros vinculados al denominado grupo de “los modernos”, se presenta a elecciones. La experiencia de haber compartido el último período de representación como minoría de graduados, aunque define su constitución y procedencia heterogénea, en los hechos y acciones no hace honor al nombre. Si bien hemos coincidido en ciertos puntos o aspectos de los temas que fueron surgiendo en los debates de la Junta, excepto por su adhesión y participación en el proyecto que impulsamos de promociones de auxiliares, no ha dejado ver ese conjunto de voces capaces de proponer acciones concretas, proactivas y que abran los debates en torno a las realidades y demandas tanto de los docentes-“graduados” (auxiliares y profesores interinos) como de los graduados que no se desempeñan como docentes en la carrera.  
Así, su plataforma 2010-2011 se proponía actualizar el Plan de Estudios vigente, acelerar la expedición de los títulos de grado, desaislar a los graduados promoviendo la organización de jornadas y encuentros académicos, difundir la producción académica con la creación de una Revista de Graduados, ampliar la oferta de seminarios de posgrado, transparentar la administración del presupuesto de la carrera, discutir la legalización y reconocimiento de los seminarios internos y el desempeño de los adscriptos a cátedras como un trabajo de investigadores en formación, discutir la actual estructura de cátedra y los perjuicios académicos consecuencia de ella, discutir el sentido de las “cátedras paralelas” como modo de garantizar la pluralidad de enfoques académicos, ratificar vía Consejo Superior (Rectorado) los mecanismos para la designación de evaluadores y asignación de rentas “genuinas” en los concursos de auxiliares, etc. Como minoría, sin duda, se necesita buscar activamente muchos más consensos para habilitar ciertos temas. Aunque somos representantes por mayoría, así lo entendimos nosotros en el caso del proyecto de promociones, por ejemplo, y buscamos un trabajo conjunto, atentos a la poca predisposición del Departamento y profesores a promover estas demandas. El claustro de graduados, como venimos señalando, es por definición y acción minoritario: por su representación formal cualitativa y cuantitativamente desajustada, y por las normas consuetudinarias que enfrentamos en las tomas de decisiones. Lo cierto es que la minoría ni siquiera ha traído algunos de estos tópicos en los dos últimos años de sesiones de Junta; más bien ha hecho de la glosa su operación central, por cierto las más de las veces tergiversada, especialmente la de los proyectos y posiciones de Propuesta.

No hay comentarios: