El lugar de los “auxiliares” / “graduados” en las
políticas de la Facultad y el Departamento
Durante este
período que finaliza, nuestra intervención como representantes del claustro de
graduados fue muy activa respecto a los proyectos y temas inherentes, sobre
todos, a los docentes auxiliares. La sustanciación del primer llamado a
concursos, la preparación del segundo y los proyectos que presentamos y
sometimos a discusión han ampliado la visibilidad de nuestras condiciones de
trabajo y del nivel de formación y experiencia de quienes como trabajadores
docentes componemos el claustro de graduados de la carrera. Pero los debates,
tratamientos y resoluciones de estos temas mostraron límites políticos y estructurales
respecto a las vías de aprobación y ejecución de esos proyectos. Como informamos
periódicamente, la dirección del Departamento resistió cuanto pudo los
criterios laborales y académicos orientados al claustro, y no acompañó las
decisiones votadas y elevadas al Consejo cuando no estuvieron dentro de sus
parámetros.
Si la conducción
del Departamento fue hostil a nuestra representación, tanto el funcionamiento
de la Junta como los tratamientos de los problemas del claustro de graduados en
el Consejo han mostrado en conjunto una mezcla de indiferencia y negación respecto
a nuestra condición de docentes, investigadores y trabajadores: dilación de
concursos por cuestiones “administrativas”,
exigencias
absurdas para las promociones (y demoras en sus tratamientos cuando emergen
del propio claustro), exclusión de los profesores interinos de los jurados de
auxiliares porque no son regulares (¡porque no hay concursos!), indolencia ante
los reiterados pedidos de tratamiento de la reestructuración del área de
Lingüística (donde muchos compañeros dictan dos o tres materias con un solo
nombramiento y dedicación simple), evaluaciones ensañadas de currículum de
ayudantes, olvido perenne en cajones de temas y expedientes que nos competen
(como llamados a concursos de adjuntos interinos). Más allá de las inserciones
políticas y las solidaridades individuales de algunos colegas del claustro de
profesores, la grilla de legibilidad general que nos deja nuestro balance es la
de la minorización de docentes con
años de trabajo frente a curso. Y no estamos hablando acá sólo de los temas clásicos, como los pedidos de rentas a
organismos externos a la Facultad para los ad honorem o para poder regularizar
los cargos por concurso. No.
La conformación de la planta docente, los desajustes en
la representación y la correlación de fuerzas
Al terminar este
año, sólo 37 docentes integran el claustro de profesores de la carrera en
carácter de titulares, asociados y adjuntos regulares, con 4 representantes
sobre 10 en la Junta Departamental, entre los cuales se elige un Director.
Nuestro relevamiento de planta 2011 mostraba que sobre unos 373 cargos (la cantidad de personas es
algo menor, por las asignaciones de funciones en más de una materia), todos los
demás integramos el mal llamado “claustro de graduados”: 14 ayudantes de 2°, 187 ayudantes de 1°, 78 jefes de trabajos prácticos,
35 adjuntos interinos y 2 asociados interinos. Este es el “claustro de
graduados” de nuestra carrera. Estos son los 316 profesores que dan clases
(prácticas y teóricas), investigan en los equipos de cátedra, forman nuevos
docentes e investigadores, se capacitan, corrigen parciales, toman finales,
planifican, completan cada requerimiento administrativo que pide la Facultad.
No somos aprendices ni pasantes, somos el grueso de los docentes (auxiliares y profesores) que se para frente a un
curso, en muchos casos con más de veinte años de antigüedad. Somos compañeros
interinos de nuestros propios ex estudiantes, ahora interinos y ad honorem.
Llegado este
punto, no vamos a seguir esperando que los departamentos, el Consejo Directivo
y Decanato organicen sus recursos administrativos, se pongan de acuerdo con
Rectorado, consigan el presupuesto “fantasmático” para llamar nuestros
concursos, y dispongan la creación del claustro único docente.
Por tercer período
consecutivo el profesor Américo Cristófalo se presenta como candidato a
Director y es avalado por la lista de profesores que integra. En consonancia
con las autoridades de la Facultad y las mayorías del Consejo Directivo, la
actual dirección de departamento ha mostrado la constante voluntad de “bajar”
al Departamento y a la Junta las decisiones de la mayoría política que gobierna
la Facultad, en vez de “subir” y defender los proyectos debatidos y votados por
las representaciones de docentes y estudiantes. Porque creemos que es necesario
diseñar un modo alternativo de representación, más igualitario y consustanciado
con las necesidades y demandas de la gran mayoría de los que integramos la
comunidad de Letras, proponemos avanzar hacia el claustro único docente en toda
la UBA, para participar del cogobierno en igualdad de condiciones y en función
de nuestro peso real en la carrera, la facultad y la universidad. Sin embargo
necesitamos ya otra representación y
otro tipo de enlace entre la carrera, la Junta y el Consejo Directivo. Con una
planta de alrededor de 350 profesores, creemos que el director del departamento
de Letras no puede seguir saliendo de entre la treintena de profesores
regulares, excluyendo las problemáticas que afectan al otro 90 por ciento de
los docentes. Por eso, además de los proyectos que detallamos más abajo,
proponemos para la próxima elección de Director/a la anulación de ese criterio
restrictivo. Y esto como punto de partida para debatir, con los compañeros y
las diferentes agrupaciones de graduados y estudiantes, entre todos, un plan que
modifique la reglamentación vigente y minimice las inequidades que actualmente
rigen en materia de elecciones y representaciones departamentales.
¿A dónde se supone que “vuelve” Letras?
La lista que por
segunda vez se presenta como pata en graduados de la actual gestión (y como representación de esta dirección del Departamento en
Junta) nos reprocha la aplicación de “las viejas fórmulas surgidas en respuesta
a las políticas neoliberales”, y en consecuencia evalúa errónea nuestra persistencia
en la “defensa de los derechos laborales”; desde allí señala además que no
consideramos un horizonte más allá del trabajo docente en la carrera.
Recordamos lo
evidente: la ley 24.521 de Educación Superior de 1995 sigue vigente; el
estatuto de la UBA con su distinción entre “profesores” y “graduados” sigue
vigente; las irregularidades salariales, los interinatos y las inadecuaciones
renta-cargo aún están aquí, y como docentes
e investigadores de la carrera NO TENEMOS REPRESENTACIÓN propia en el
cogobierno. Si el “claustro de graduados” se ha convertido en esta y las
otras facultades de la UBA en la representación de los trabajadores docentes,
es por este desajuste entre nuestra categoría de “auxiliares” y nuestra representación
político-institucional en el colectivo de “graduados”. (El último censo
publicado de la UBA mostraba en 2004 que 20.828 de sus 28.943 docentes eran
“auxiliares”: un 75,6 % de la planta sin representación.) Situación que a su
vez limita estructuralmente una verdadera representación de graduados de la
carrera con otras inserciones laborales diferentes a la de los docentes
auxiliares y profesores interinos. Todos
somos docentes, y aunque debemos ajustarnos a un escalafón con diferencias
de tareas y obligaciones, exigimos una representación igualitaria y democrática
en los diferentes estamentos de decisión y debate de la universidad.
Los reclamos que
nos hace la lista explícitamente alineada con la gestión de la Facultad carecen
de sustento y resultan también extraños. Por un lado se nos endilga “amiguismo”
y desaprensión respecto de la mecánica de regularización por concursos (?). Frente
a esta infundada acusación, cabe recordar que quienes integran esta misma lista
forma parte de la mayoría de consejeros graduados en el Consejo Directivo, que ha
sostenido el statu quo de la minoridad de nuestro claustro, dentro y
fuera de la Facultad (las situaciones de los 316 docentes que no son parte del grupo de 37 profesores lo
confirman). Integra la misma mayoría que en julio de 2010 y antes de su
aplicación avaló la supuesta suspensión (hoy lisa y llana derogación) del
artículo del Reglamento de concursos que preveía promociones de auxiliares por
evaluación de jurados y comisiones, y que tendía a la carrera docente,
disminuyendo lo que ahora llaman “arbitrariedades”. Así, sin debate ni pelea, borraron
de un plumazo un mecanismo institucional de evaluación de antecedentes y
desarrollo de carrera del actual Reglamento de Ingreso y Permanencia de
docentes auxiliares. Estos candidatos con cargos más altos que ahora se
presentan para representarnos en Junta, y que nos señalan desapego a los
concursos, también integran la comisión de Interpretación y Reglamento que en
noviembre pasado nos reprochó duramente que hubiéramos armado un segundo
llamado con todos los cargos en
condiciones de concursar (en virtud de las rentas genuinas), apelando a la
disponibilidad de los “recursos administrativos”, lo cual se traduciría en una
postergación de hasta cuatro y seis años para el llamado de esos mismos
concursos. También integran la dirección del Departamento que, más preocupado
por las acciones culturales, demoró un
año en presentar la nómina de cargos concursables, y en un plazo mayor
nunca tramitó la información sobre antigüedades de la planta que le
solicitamos. En los años en estas instancias de decisión y gestión, nada
supimos de los problemas de las incumbencias de títulos fuera de la facultad;
nada sobre la necesidad, que ahora mencionan, de revisar las estructuras de
cátedra.
Ahora estos
candidatos bajan del Consejo a la Junta a marcarnos una dirección: para volver a
“la vida pública” (como si la carrera, sus trabajadores y estudiantes fuéramos
un planeta de otro sistema solar) nos invitan a dejar de lado nuestras
aspiraciones pequeñoburguesas a los concursos de regularización y la carrera
docente, a la participación política en condiciones más justas de
representación, para pasar a formar parte del centro cultural de los “graduados”
en el que se debate el futuro de la cultura, en calidad de especialistas e
intelectuales. Se presentan como la pata Letras de un modelo nacional, pero en
verdad esperan representar desde graduados en Junta los intereses de una
minoría hegemónica sobrerepresentada dentro de la Facultad, cuyos intereses son
bien definidos y conocidos, y en nada se parecen a las preocupaciones sociales
que enarbolan.
La minoría de graduados en el período 2011-2012
Esta es la segunda
oportunidad en que la lista Polifonía, integrada por graduados de la ex Génesis
y otros vinculados al denominado grupo de “los modernos”, se presenta a
elecciones. La experiencia de haber compartido el último período de representación
como minoría de graduados, aunque define su constitución y procedencia
heterogénea, en los hechos y acciones no hace honor al nombre. Si bien hemos
coincidido en ciertos puntos o aspectos de los temas que fueron surgiendo en
los debates de la Junta, excepto por su adhesión y participación en el proyecto
que impulsamos de promociones de auxiliares, no ha dejado ver ese conjunto de
voces capaces de proponer acciones concretas, proactivas y que abran los
debates en torno a las realidades y demandas tanto de los docentes-“graduados”
(auxiliares y profesores interinos) como de los graduados que no se desempeñan
como docentes en la carrera.
Así, su plataforma
2010-2011 se proponía actualizar el Plan de Estudios vigente, acelerar la
expedición de los títulos de grado, desaislar a los graduados promoviendo la
organización de jornadas y encuentros académicos, difundir la producción
académica con la creación de una Revista de Graduados, ampliar la oferta de
seminarios de posgrado, transparentar la administración del presupuesto de la
carrera, discutir la legalización y reconocimiento de los seminarios internos y
el desempeño de los adscriptos a cátedras como un trabajo de investigadores en
formación, discutir la actual estructura de cátedra y los perjuicios académicos
consecuencia de ella, discutir el sentido de las “cátedras paralelas” como modo
de garantizar la pluralidad de enfoques académicos, ratificar vía Consejo
Superior (Rectorado) los mecanismos para la designación de evaluadores y
asignación de rentas “genuinas” en los concursos de auxiliares, etc. Como
minoría, sin duda, se necesita buscar activamente muchos más consensos para habilitar
ciertos temas. Aunque somos representantes por
mayoría, así lo entendimos nosotros en el caso del proyecto de promociones,
por ejemplo, y buscamos un trabajo conjunto, atentos a la poca predisposición
del Departamento y profesores a promover estas demandas. El claustro de
graduados, como venimos señalando, es por definición y acción minoritario: por su representación
formal cualitativa y cuantitativamente desajustada, y por las normas
consuetudinarias que enfrentamos en las tomas de decisiones. Lo cierto es que la
minoría ni siquiera ha traído algunos de estos tópicos en los dos últimos años
de sesiones de Junta; más bien ha hecho de la glosa su operación central, por
cierto las más de las veces tergiversada, especialmente la de los proyectos y
posiciones de Propuesta.