domingo, 13 de mayo de 2012

Declaración de la carrera de Letras (UBA) sobre los “Lineamientos básicos sobre formación docente de profesores en la universidad” elaborados por la ANFHE

Esta presentación ha sido formulada como declaración de la Junta de la Carrera de Letras (UBA) para ser leída en esta reunión de la Comisión de Letras de la ANFHE el 7 de mayo de 2012 en la ciudad de Rosario. Su propósito es sentar posición como carrera ante el documento “Lineamientos básicos sobre formación docente de profesores en la universidad” que firma la Asociación con el objeto de ser presentado ante el Consejo de Universidades de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación el próximo 17 de mayo.
Como hasta el momento la carrera de Letras de la UBA no participó de las reuniones de la ANFHE, con excepción de una única vez en la Universidad de Gral. Sarmiento en el año 2009, conviene aclarar esta circunstancia.

Es sabido que la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA adoptó una posición de abstención en las reuniones de decanos que vienen celebrándose periódicamente. También es sabido que la UBA rechazó judicialmente la Ley de Educación Superior y que entre las impugnaciones, avaladas por un fallo de la justicia de 1996, está el artículo 43, justamente el que legisla sobre los profesorados y que ahora se invoca para presentar el documento [El fallo: “Admitiendo, parcialmente, la pretensión instaurada en autos por la Universidad de Buenos Aires. Declaro, pues, la inconstitucionalidady consecuente invalidezde las normas contenidas en los arts. 29, incs. f) y g); 42; 43; 46, inc. b); y 50, primera y segunda parte, de la ley 24.521; y 1, 3, 5, 6, 7, 12, 13, 14 y 16, del decreto 499/95; y desestimo idéntica declaración en orden a las restantes normas impugnadas.”]. Además, en la Facultad de Filosofía y Letras, cuestiones tales como  formación docente, acreditaciones o reforma de planes de estudios, son rigurosamente sometidas al debate que corresponde a un sistema de cogobierno. En particular, el tema del profesorado, que involucra la articulación de la formación docente con su proyección social, que pone en juego la calidad de los títulos y las estructuras de los planes de estudios, que reaviva la cuestión de la autonomía universitaria y vuelve a poner en escena la antigua cuestión (antigua, al menos, en la Universidad de Buenos Aires) de la injerencia de la formación pedagógica en la formación docente, despierta el interés de todos los actores de la comunidad académica y exige un tratamiento cuidadoso, amplio y reflexivo de todos los claustros y de todas las autoridades de la Facultad, así como de todas las carreras involucradas, incluyendo la carrera de Filosofía, ausente en el sistema actual de comisiones.

Por ello, y no por desinterés acerca del tema, es que hasta hoy, la Carrera de Letras, en línea con la posición adoptada por la Facultad, se abstuvo de participar en las reuniones.  Somos conscientes de que esta es una instancia acaso tardía para hacerlo, pero no existiendo otras escenarios de diálogo antes del 17 de mayo, y dada la particularidad de estas circunstancias, hemos resuelto intervenir de este modo, para sentar nuestra posición y exhortarlos a reconsiderar las suyas propias. Siendo este un tema de inocultable relevancia, tenemos la convicción de que debe recibir todo el tiempo y el debate que requiera.     

En primer término, señalamos la inconveniencia de discutir una currícula o una modificación de hecho de los planes de estudio sin contar previamente con un diagnóstico compartido sobre las condiciones generales del sistema educativo en sus distintos niveles que asimismo contemple la diversidad de disciplinas. La capacidad de diagnosticar el estado de situación no puede depender exclusivamente de interpretaciones y decisiones del Ministerio de Educación. Debe considerarse, por ejemplo, que educación integral y formación general son conceptos que pierden sentido si no se parte con claridad de un juicio exhaustivo que interrogue y proporcione información detallada a propósito del sistema educativo nacional en su conjunto. El documento, en su estado actual, a pesar de perseguir un proyecto de homologación de la formación docente a nivel nacional, no cuestiona ni refiere el impacto que supuso la “jurisdiccionalización” de la educación, no refiere las particularidades locales y consecuentemente no interroga el efecto que un proyecto de esta naturaleza implicaría sobre la diversidad de las realidades educativas en conjunto.

Entendemos que los colegas que participan de esta Asociación comparten la convicción de que cualquier modificación u observación curricular que se proyecte sobre los profesorados universitarios en general, y en particular sobre los profesorados en Letras, con el objeto de normativizar los perfiles institucionales, apreciará como objetivo primero e irrenunciable la eminencia del nivel académico. En este sentido, debería considerarse la alternativa de que todos los institutos de profesorado asuman carácter universitario, lo que implica que en todos ellos se realicen concursos de profesores por antecedentes y oposición, se respete la autonomía académica de los poderes ejecutivos, el cogobierno y la  investigación científica en las áreas del conocimiento en que expidan los títulos correspondientes. El cuerpo docente, asimismo, debería tender a las dedicaciones exclusiva y semiexclusiva, de modo que los sueldos no estén vinculados de modo directo a la carga horaria frente a clase y que los docentes, en lugar de recurrir a cursillos de cuestionable calidad paraactualizaciónyperfeccionamiento, puedan formarse en investigación y producción de conocimientos para mejorar la calidad docente.

Actualmente, en general, la diferencia curricular, el tiempo de duración de las carreras y de dedicaciones docentes entre los profesorados universitarios y los institutos del profesorado es tan notable que es muy poco lo que puede decirse a propósito de la relación entre los profesorados universitarios y los institutos de profesorado ni tampoco acerca de si esa relación es de complementariedad,  de competencia, o si son comparables al margen de la titulación.

La Universidad de Buenos Aires  –al igual que otras universidades nacionales- invierte y ha invertido una importante cantidad de fondos en la investigación de problemáticas de las disciplinas, que se enseñan en la universidad y la escuela media. Invierte y ha invertido en la formación de recursos humanos de alta calidad. El documento, sin embargo, no prevé cómo se tomarán estos aportes en la propia formación de profesores.

En relación con el documento, detengámonos a considerar el problema de postular que las instituciones educativas que emiten diplomas de Profesor deben estandarizar la formación mínima pedagógica para los docentes de la disciplina. En los Lineamientos esto se traduce en la formulación “analítica” de una serie de campos de conocimiento. Pero la separación en campos no está suficientemente fundada en circunstancias o necesidades que el documento ponga de manifiesto. En el caso de la carrera de Letras, por ejemplo, no resulta evidente que sea necesaria la existencia de un campo separado de “formación pedagógica”. En esa misma medida señalamos que en los lineamientos no consta el requerimiento, sin duda razonable, de que los profesorados en general contemplen la formación docente en lengua y literatura. Así planteados los campos no revelan un espíritu transversal en la formación sino más bien una perspectiva hegemónica de las disciplinas específicamente pedagógicas. Por otra parte, eventualmente, la incorporación de contenidos vinculados con ese campo, a pesar de que el documento no formaliza en asignaturas esos contenidos, redundaría en un incremento de materias pedagógicas o de aquellas vinculadas con contenidos disciplinares específicos de Ciencias de la Educación.

En  este punto, no estimamos conveniente el esfuerzo por compatibilizar criterios únicos para los profesorados universitarioso profesorados en generaldada la especificidad diferencial de las disciplinas en cuanto a contenidos, actividades y actitudes que suponen,  esto cabría interrogarlo también al interior del propiocampode las humanidades. 

En un contexto en el que sigue vigente una Ley de Educación Superior que reglamenta la intromisión de agentes externos en las políticas académicas y administrativas de las instituciones de educación superior y universitaria, no podemos más que llamar la atención sobre el modo en que un proceso de esta naturaleza se orientaría en el sentido de la acreditación. Especialmente teniendo en cuenta que, como entendemos, hay consenso acerca de la necesidad de cambiar esa ley.

Por lo hasta aquí expuesto, la carrera de Letras de la UBA ha resuelto no avalar el documento “Lineamientos básicos sobre formación docente de profesores en la universidad” producido por la ANFHE ni los documentos que deriven de estos lineamientos generales y propone fraternalmente un debate amplio con el rigor y la profundidad que merece; un debate que incluya democráticamente a los claustros de Profesores, Graduados y Estudiantes.

Entendemos que la ANFHE, en la medida en que ha cobrado injerencia respecto del futuro de las carreras involucradas y de sus planes de estudio, no debería negarse a esta sugerencia. Y en cualquier caso, independientemente de la posición que adopte la ANFHE, invitamos a las carreras de Letras que forman esta Comisión  a reconsiderar el aval concedido al documento firmado en Mar del Plata en septiembre de 2011 y sumarse al amplio debate al que llamamos.   

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